miércoles, 9 de febrero de 2011

En el Supermercado...

Mmmm, ir al supermercado ya no es igual que antes, ahora es toda una aventura... hay que mentalizarse. Primeramente, hay que ser bastante hábil en encontrar un carrito que tenga las cuatro ruedas buenas, de modo contrario se le irá la dirección de dicho carro atentando hacia la integridad de los tarros de conservas o, simplemente, costará un mundo moverlo manteniendo una expresión facial y corporal digna, para no llamar la atención de la gente que le rodea. El segundo reto es elegir por dónde empezar! Por el sector de abarrotes, hogar, vestuario, etc.

Una vez dentro del supermercado, es posible ver miles de escenas. Hace un tiempo, vi unas señoras mayorcitas que querían comprar seis pocillos de loza blancos, pero resulta que justo quedaban cinco blancos y muchos de colores, así es que le preguntaron a la primera persona que encontraron con polera con el logo comercial: "Joven, sabe Usted si queda un pocillo como estos en bodega"... uff! Evidentemente, no supe el desenlace de esta historia, iba a tomar un largo rato encontrar EL pocillo que faltaba.

Dos pasillos más allá, era posible encontrar una liquidación (palabra clave) de toallas, todo el mundo compraba toallas por lo baratas que estaban, debo reconocer que yo también compré, a pesar de que tengo las suficientes, pero podrían servir más adelante, nunca están demás.


En casi todas mis visitas al super, he visto la famosa lista, muchas veces en manos de esposos abnegados, que a pesar de su buena voluntad, serán reprendidos al llegar a casa... lo que llevaron, no será lo que la señora esperaba y además, será más caro de lo que ella había pensado. Otro elemento que aparece con regularidad, es la calculadora, me pregunto... ¿qué hacen cuando se equivocan en ingresar un número o por casualidad la apagan?, ¿vuelven a sumar todo nuevamente? deben tener una técnica especial para el manejo de la cuenta, la cual desconozco aún.


Lamentablemente, comprando en un supermercado, es posible ver conductas poco gratas, mejor dicho deplorables. Desde la señora que se come el pan, jamón, galletas o lo que sea sin pagarlo y agravando la falta, el hecho de ir con niños pequeños que validan estas costumbres. Sin embargo, lo que más me ha impresionado, ocurrió en vísperas de navidad, un adolescente tomaba latas cervezas como si fuera agua mineral escondido tras una góndola. Unos minutos después, lo vi pegando chocolates con cinta adhesiva alrededor de su cintura, ni siquiera quise saber qué pasó con él y me alejé rápidamente.


Bueno, es una lata hacer las compras del mes, un mal necesario. Pero para hacerlo más llevadero me fijo en los atuendos, maquillajes y peinados que usan algunas dueñas de casa. He visto desde el típico buzo deportivo (que en algunos casos parece pijama) hasta ropa brillante tipo lentejuelas. Sinceramente, ayudan a aumentar mi autoestima y animo. Generalmente, puedo ir viendo las tenidas en la pasarela de la fila para pagar... claro que debo estar atenta, porque mientras miro me puede llegar un pelotazo de un niño que juega con las pelotas de goma que los papás nunca compran y que quedan tiradas por ahí.


Finalmente, llega el esperado momento de ser atendido para salir lo antes posible (hay que apurarse porque a estas alturas, el marido ya está harto de la comparación de precios, calidad, ofertones, etc.). Es en este momento, en que hombres adultos pagando con tarjetas de crédito gold platinium titanium reclaman por donar un peso a una fundación, haciendo que la cajera le explique por qué el supermercado hace esto. 


Que alivio pagar y saber que la misión está cumplida!