viernes, 11 de febrero de 2011

En la farmacia

Se supone que una farmacia es un lugar al que vas cuando estás enfermo, antiguamente solo vendían fármacos. Ahora, venden de todo, desde juguetes, recargas de telefonía celular, comida y  hasta un vestido que te lo puedes poner de mil formas distintas.

No se si es algo que solo me pasa a mi, pero el guardia de las farmacias me intimida, da la impresión que anda siguiendo a todos los clientes, ¿será que la pasta de dientes es objeto de deseo para los "amigos de lo ajeno"? 

Me encanta mirar qué hay en las góndolas de las farmacias, hay buenas promociones, productos novedosos que muy probablemente no tengan el efecto prometido, pero permite soñar con que un gel crioreductor reducirá mágicamente centímetros de la cintura o que un shampoo dejará el pelo como el de la actriz que aparece en el spot publicitario.

Una vez que ya fue posible seleccionar los productos, ante el ojo de águila del guardia de seguridad, hay que averiguar si atienden o no con número. Cuando es tu turno, te ofrecerán ofertas de medicamentos para el dolor de cabeza, vitamina C, talco y pastillas adelgazantes o multivitaminicos y es necesario indicarle unas dos o tres veces al vendedor que no estás interesado en nada de lo que ofrece.

Curiosidades que ocurren en una farmacia: a algunas personas les da pudor comprar ciertos artículos, así es que los piden con bajo volumen, especialmente relacionados con experiencias placenteras. Menos mal que ahora, respecto a productos femeninos de uso mensual, están disponibles en la sala de ventas y no hay que pasar por la incomodidad de pedirlas a un vendedor que nos pregunte "¿con o sin alas?"


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